jueves, 4 de marzo de 2010

Juntos, nada más

" No cambio nada, todo cambió. Franck perdió el apetito, y Camille, su tez tan pálida. La ciudad se volvió más bella, más luminosa, más alegre. La gente estaba más sonriente, y el asfalto, más elástico. Todo parecía al alcance de la mano, los contornos del mundo estaban ahora más dibujados, y el mundo, más ligero.
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¿Microclima en el Campo de Marte? ¿Recalientamiento del planeta? ¿Fin provisional de la ingravidez? Ya nada tenía sentido, y nada tenía ya importancia.
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Navegaban de la cama de uno al colchón del otro, se tumbaban con cuidado y se decían palabras cariñosas acariciándose la espalda. Como ninguno de los dos quería desnudarse delante del otro, eran un poco torpes, un poco tontorrones, y se sentían en la obligación de cubrir su pudor con las sábanas antes de entregarse al desenfreno.
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¿Nuevo aprendizaje o primer boceto? Se mostraban atentos y se aplicaban en silencio. "

Gavalda, Anna; Juntos, nada más

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